Thursday, October 26, 2006

Cafetera mental

Últimamente siento que mi cabeza es una cafetera que chirría, en plena ebullición, retumbando sobre los fogones como a punto de despegar. Puede ser por las largas jornadas laborales, por la sensación de vivir en el espacio exterior, por los millones de experiencias y momentos que quiero retener en mi memoria por miedo a que se me escapen, como cuando intentas recordar la cara que una persona que te gusta y el puzzle no encaja...Recuerdas su sonrisa, sus ojos, su pelo, pero no consigues encajar las piezas.

Creo que el vivir a esta velocidad vertiginosa incide directamente en mi cafetera mental, tantos acontecimientos, cambios, personas, incertidumbres...Antes la incertidumbre me angustiaba, ahora prácticamente consigo ignorarla, en este proceso-viaje, o lo que sea que estoy haciendo, he entrado en una regresión a la inconsciencia y a la libertad.

Tengo tantas cosas que contar, tantas instantáneas en la cabeza...que solo me gustaría poder cerrar los ojos e imprimirlas. Otro fin de semana en Nueva York, despertando mi últimamente aletargada curiosidad cultural, con un momento antes y después para mi percepción del espectáculo tras ver un montaje en el Metropolitan de Madama Butterfly. Una ópera con un argumento bastante simple, pero narrada con una delicadeza, fragilidad, armonía que estremece. Un éxtasis sensorial de belleza en estado puro narrando emociones llevadas al extremo. Todo un descubrimiento.

Del resto...instantáneas de la ciudad, un cuadro de klimt, alguna mirada, sesiones de música que hace aumentar vertiginosamente el ritmo cardiaco, noche, escuchar de fondo distintos idiomas, personajes de ficción y postales para cualquier película de Woody Allen.

Ayer me encontraba en la meca del asfalto, hoy 3 horas de vuelo y 15 grados más, viendo palmeras en el horizonte.

Tuesday, October 03, 2006

Soñando en la ciudad que nunca duerme

Para mi grata sorpresa, resulta que hay gente que lee este blog con relativa frecuencia, una pequeña inyección al ego y la aplastante realidad de que hay gente que se aburre sobremanera (jejeje, es broma!) Me siento particularmente vital y animada después de haber pasado la última semana y media en el planeta de los zombies...

Ahora puedo contar una de esas anécdotas a mis nietos, “cuando yo estaba en Puerto Rico me cogí dengue”...si esa enfermedad vírica transmitida por un mosquito, parecida a la malaria, pero resulta que mucho más agresiva (no te acostarás sin saber algo nuevo) El resultado es de lo menos halagador, vómitos, diarrea, fiebre altísima, delirios...Que cabrones egoístas somos (yo creo que es esto de ser la generación de Barrio Sésamo y el cola-cao) lo único que podía pensar era...¿¿¿¿dónde está mi mamaaaaaaa???? Sus sopitas, sus mimos y la sensación de que hay alguien ahí cuidándote. Estos efectos colaterales del nomadismo son lo peor.

Una vez superada la crisis sanitaria, he decidido colgar algunas fotos de mi finde en New York City, justo antes de que el cabrón del mosquito decidiese colarse en mi vida.




Poner un pie en Manhattan significa colarte en una película en constante rodaje. Es como si dieses un salto a la gran pantalla, siendo la ciudad el protagonista de una historia que se reinventa cada día, un collage de miles de personajes anónimos que chocan, interaccionan, conviven, sufren y se buscan en un sitio donde la sorpresa es parte del menú diario.


En NY eres completamente anónimo y transparente, cruzarte en una mirada con alguien es algo casi místico, es sorprendente y escalofriante ver lo aislados que están los individuos...Supongo que es el efecto de las grandes urbes y Manhattan es ciudad es esencia pura, concentrada e hiperbolizada. Un ritmo trepidante, una verticalidad tajante, y la sensación de que en esta isla podrías encontrar absolutamente de todo.