Tuesday, October 03, 2006

Soñando en la ciudad que nunca duerme

Para mi grata sorpresa, resulta que hay gente que lee este blog con relativa frecuencia, una pequeña inyección al ego y la aplastante realidad de que hay gente que se aburre sobremanera (jejeje, es broma!) Me siento particularmente vital y animada después de haber pasado la última semana y media en el planeta de los zombies...

Ahora puedo contar una de esas anécdotas a mis nietos, “cuando yo estaba en Puerto Rico me cogí dengue”...si esa enfermedad vírica transmitida por un mosquito, parecida a la malaria, pero resulta que mucho más agresiva (no te acostarás sin saber algo nuevo) El resultado es de lo menos halagador, vómitos, diarrea, fiebre altísima, delirios...Que cabrones egoístas somos (yo creo que es esto de ser la generación de Barrio Sésamo y el cola-cao) lo único que podía pensar era...¿¿¿¿dónde está mi mamaaaaaaa???? Sus sopitas, sus mimos y la sensación de que hay alguien ahí cuidándote. Estos efectos colaterales del nomadismo son lo peor.

Una vez superada la crisis sanitaria, he decidido colgar algunas fotos de mi finde en New York City, justo antes de que el cabrón del mosquito decidiese colarse en mi vida.




Poner un pie en Manhattan significa colarte en una película en constante rodaje. Es como si dieses un salto a la gran pantalla, siendo la ciudad el protagonista de una historia que se reinventa cada día, un collage de miles de personajes anónimos que chocan, interaccionan, conviven, sufren y se buscan en un sitio donde la sorpresa es parte del menú diario.


En NY eres completamente anónimo y transparente, cruzarte en una mirada con alguien es algo casi místico, es sorprendente y escalofriante ver lo aislados que están los individuos...Supongo que es el efecto de las grandes urbes y Manhattan es ciudad es esencia pura, concentrada e hiperbolizada. Un ritmo trepidante, una verticalidad tajante, y la sensación de que en esta isla podrías encontrar absolutamente de todo.


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